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29-30 David condujo a todo el ejército a Rabá, y la capturó. Cuando regresaron, trajeron a Jerusalén un enorme botín. David traía la corona del rey de Rabá, de treinta y tres kilos de oro y adornada con una piedra preciosa, y se la puso en la cabeza. 31 Obligó a los habitantes de la ciudad a trabajos forzados. Los envió a trabajar con sierras, picos y hachas, y en los hornos de ladrillos. De la misma manera trató a todas las ciudades de los amonitas. David y su ejército regresaron después a Jerusalén.

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